Hace unas semanas presentamos el libro de Araceli Fuentes: "El misterio del cuerpo hablante" en el Aula de Caja Murcia. Aquí os dejamos la reseña realizada por Maribel Sánchez.
El pasado viernes, 12 de enero de 2018, tuvimos con nosotros en Murcia, la
compañía de Araceli Fuentes para hablarnos de su libro “El misterio del cuerpo
hablante”. El evento fue organizado por la Biblioteca de Orientación Lacaniana de
Murcia.
El tema sin duda había logrado sembrar la curiosidad y expectación, ya que
contamos con la presencia de un numeroso público que llenó la sala al completo.
En primer lugar, Araceli señala que este libro no es un libro de estilo universitario
sino que surge de una experiencia singular, la psicoanalítica. Describe en este punto
al psicoanálisis como una aventura moderna donde uno se adentra en lugares
desconocidos. Pero para aventurarse a vivirla hay que tener un motivo, un síntoma,
“algo que es más fuerte que uno, que se repite y que le molesta”. En esta aventura, el
analista ayudará al analizante a desvelar algo que éste sabe sin saberlo, sin
embargo, queda del lado del que se analiza si toma o no lo que va a descubrir. Es en
este sentido que habla de la libertad del analizante.
Tras esta introducción, Araceli va a hablarnos fundamentalmente de tres cuestiones
desarrolladas en su libro: El fenómeno psicosomático (FPS), la feminidad y el
cuerpo.
Con respecto al FPS, la persona que lo sufre suele buscar ayuda médica, no
psicoanalítica, no se demanda un análisis por que se produzca un FPS, ya que éste
está por fuera del sentido y no llama a la interpretación, no es descifrable, al
contrario que el síntoma. El síntoma, como fenómeno de cuerpo tiene que ver con
alguna palabra que tocó el cuerpo fijando un goce. Estas palabras que dejaron
marcas en el cuerpo pueden descubrirse en un análisis.
La autora ilustra lo que acabamos de comentar con el ejemplo vivido por ella.
Aunque ella sufrió un FPS, no fue éste el motivo que la lleva al análisis. Ahí
descubrirá que ella acudió por que tenía un duelo pendiente. Es justamente en la
primera entrevista donde pronunciará una frase fundamental, una frase que las
mujeres del pueblo le dirigían desde que ella era una niña. ¡Ay si su madre la viera!.
Araceli comenta que esta frase funcionó como si las palabras estuvieran todas
pegadas teniendo un efecto de golpe, “como un golpe en mi cuerpo, un puñetazo al
que no podía responder”. Esto dejó una especie de memoria sobre su cuerpo que se
activa cuando se ve confrontada a otro duelo, el de la muerte de su padre. En este
momento, aunque ella quiso mucho a su padre, en lugar de sentir dolor por su pérdida, no siente nada, y lo que se produce es el FPS; Un lupus eritomatoso,
enfermedad autoinmune que producía en su piel eritemas (manchas rosadas).
Lalengua había fijado algo de una mirada real en su piel en forma de lesión y los
eritemas, fruto del lupus, eran la encarnación en lo real de esta mirada.
Las contingencias de su vida y las intervenciones por fuera del sentido de su
analista producen una separación entre la mirada y la muerte.
En este punto es
importante hacer énfasis en la importancia de estas intervenciones fuera del
sentido. Darle sentido a lo que no lo tiene, porque es real, puede empeorar el FPS,
éste no es tratable directamente por que está por fuera de las palabras.
Estas intervenciones desde lo real producen “un estremecimiento en su cuerpo”,
según sus palabras, y una pacificación del lupus.
Lo que pasa a producirse después
es un síntoma, un síntoma que en su caso, tiene que ver con la voz del super-yo,
fundamentalmente. Así, no es que se pase de una escritura a otra, sino que al
deshacerse y cesar la escritura real, lo que surge entonces es el síntoma como
acontecimiento de cuerpo.
Lo que ella descubre en este momento es que no todo tenía que ver con la mirada,
sino que estaba también la voz. Aquella frase ¡Ay, si su madre la viera! también fue
dicha, y lo dicho toca el cuerpo, pero no el sentido de lo dicho sino el sonido, la
manera de hablar, el tono…etc. Y en psicoanálisis se trata justamente de vaciar a las
palabras de este ruido.
Pero también hubieron otros temas tratados en su análisis. Uno muy importante fue
el de la feminidad. La posición histérica se define por una lógica: la lógica del todo y
la excepción. Esta es la lógica masculina donde para que haya un todo, ha de haber
algo que quede fuera. Es una lógica donde se funciona con el todo, y ella estaba en
esta lógica también en su relación con las mujeres. Aquí, Araceli nos pone el
ejemplo de que a ella no le gustaba formar parte de grupos de mujeres situándose
siempre fuera y constituyendo así un todo.
Pero ella, gracias al análisis, puede ver que la lógica del todo es falsa y que “no hay
la mujer”. Hay las mujeres, plurales, diferentes… Esta no es la lógica del todo sino la
de la serie. Cada mujer no es una, sino que es “no toda”, lo que quiere decir que no
todo su goce está articulado al lenguaje. Es un goce que apunta al infinito, esto lo
podemos observar en el estrago por ejemplo, donde una mujer puede perderse no
poniendo límite a las concesiones que puede hacer a un hombre.
En relación a la tercera cuestión, la del cuerpo, Araceli comenta la importante
cuestión clínica de que hay sujetos que no tienen cuerpo, tienen organismo pero no
cuerpo. Y nos pone el ejemplo de niños que tienden a caerse mucho o de personas
con enfermedades importantes como el sida y que no hacen nada para cuidar de su
cuerpo. Es importante saber si un sujeto tiene o no un cuerpo cuando lo recibimos
en la consulta, porque en caso de no haberlo hay que hacer un trabajo de
construcción del cuerpo.
Para que haya un cuerpo el lenguaje tiene que haber operado de una manera
determinada. El cuerpo comienza a construirse en el estadio del espejo, entre los 6 y
los 18 meses, momento en que el niño puede identificarse con su imagen en el
espejo. Pero esto no es algo que se produzca automáticamente sino que será
completamente necesario que el adulto libidinize la imagen del niño.
Esta operación
donde el niño pasa a tener una imagen de totalidad de su cuerpo es el fundamento
de su yo y si esto se produce podrá decir “soy yo”.
Otra forma en la que opera el lenguaje es produciendo una pérdida de vitalidad, de
goce, fruto de alienarse a la lengua. Con la palabra y la demanda se introduce
también el equívoco, y cuando uno pide, siempre va más allá de lo que necesita, se
sitúa allí la demanda de amor. Sin embargo, el amor no es la generosidad, no es lo
que se da porque se tiene, lo que entraría dentro de la lógica masculina, es mas bien
dar lo que a uno le falta, lo que no tiene, confesar que el otro le falta.
Para terminar, la autora hace una importante aclaración a una pregunta del público
sobre la autoestima. Aquí Araceli nos señala que uno no se puede “autoquerer” por
sí solo, puesto que el amor siempre implica al Otro. El amor propio se produce en el
estadío del espejo cuando el adulto libidiniza la imagen del niño, por lo que sin el
amor del Otro, no hay amor propio. Por: Maribel Sánchez
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